La antropología es el estudio del
hombre y de su mundo de relaciones. Ahora bien, la palabra es tan amplia y tan
vaga, que se hace necesario precisar más el objeto y el método. Cuando se habla
o se escribe de antropología en relación con el hecho litúrgico, no se suele
tener delante la antropología filosófica tradicional, basada en principios
ontológicos permanentes, sino lo que se denomina antropología cultural o,
simplemente, antropología. Esta ciencia se ocupa de la totalidad de la
existencia del hombre como ser cultural, para descubrir y explicar los
orígenes, los desarrollos, los cambios, las interrelaciones y los significados
de todo fenómeno humano en la perspectiva social de la cultura. La antropología
cultural se centra, pues, en las culturas humanas, en su historia, estructura y
funciones.
Dicho esto, ha de indicarse que los estudios que pretenden ahondar en la
realidad antropológica que se manifiesta en la celebración litúrgica suelen
partir del signo/símbolo, dejando de lado los aspectos dogmático (lex credendi)
y moral (lex agendi) que no solo sustentan sino que permean la lex orandi. El
autor de nuestro libro, D. Adolfo Ivorra, en cambio, aborda esta cuestión de
forma magistral teniendo como punto de mira la doxología como tema propiamente
litúrgico. A lo largo de su Doxología, el profesor liturgista aborda la
articulación entre lo sacro y lo profano, la dignidad de la vida humana en la
Iglesia entendida como ''ciudad de Dios'', el sentido de los signos y su
dimensión soteriológica y la visión oblativa de la existencia. El ser humano,
concluye Ivorra, es alguien llamado a ser homo liturgicus, que se va edificando
en el tiempo, se rodea de una comunidad más o menos amplia que comparte sus
anhelos, e intenta mejorarse a sí mismo.