
«El diálogo ecuménico llevado en clima de sinceridad y amor
es –como lo definió el papa Juan Pablo II– un intercambio de dones; no es un
proceso de empobrecimiento, sino de enriquecimiento mutuo y de crecimiento en la
fe». Desde la diferencia, se trata de encontrar ese patrimonio común. Llama así
la atención la continua referencia a Cristo y al Espíritu, que tiene más de
medio para alcanzar la unidad que de simple tópico. Así, se recogen en primer
lugar, en estas páginas, distintas intervenciones de un carácter más general: sobre
la «hermenéutica de la reforma» –en palabras de Benedicto XVI– aplicada a la
lectura de la declaración conciliar Unitatis
redintegratio, la situación actual del diálogo ecuménico , la esencia y la
finalidad de éste, así como la idea-guía de communio en el contexto ecuménico posconciliar, que ya había
desarrollado en otros escritos. Se aborda aquí, además, sin problemas, la
polémica suscitada por la coda eclesiológica recordada en la declaración Dominus
Iesus (2000). Alude de igual manera a cuestiones más concretas sobre el diálogo
ecuménico, como puede ser el concepto de «Iglesias hermanas», referido de modo
propio a las Iglesias ortodoxas, y a otras más específicamente teológicas, como
las semejanzas y diferencias de la doctrina pneumatológica en Oriente y
Occidente.